
PONER LÍMITES SANOS
Conoce las primeras pautas para poner límites a tus hijos e hijas
La norma o límite debe referirse siempre a la conducta, nunca a la persona. Esto es importante porque quiero poner el acento en el comportamiento (el hacer) y no el la persona (el ser) Tu hijo no es malo, ha hecho algo “inadecuado”
¿Por qué pongo inadecuado entre comillas? Pues porque si es un niño pequeño que está aprendiendo, muchas de sus conductas son consideradas de aprendizaje y por tanto inadecuadas si están en proceso de aprenderse y comprenderse.
Si queremos que alguien haga algo, debemos pedírselo cuando esté prestándonos atención. Si le pides a tu hija que ponga la mesa mientras tú estás en la cocina y ella en su habitación, además de que te va a tocar gritar, lo vas a tener que hacer muchas veces porque no sabes si te ha escuchado, comprendido y hecho responsable de la solicitud.
Para que nos presten atención lo mejor es acercarnos, mirar a los ojos y hacer la petición. Tras ello, asegurarnos que lo ha entendido pidiéndole que nos lo repita con sus propias palabras. Esta parte dependerá de la edad del hijo o hija, porque a un adolescente de 13 años no se le habla igual que a un niño de 6, aunque el objetivo sea el mismo: que nos preste atención.
Otra de las pautas importantes es ser concretos, enlazando con el punto anterior no debemos perdernos en explicaciones inútiles, sino adaptarnos al nivel de comprensión de nuestra hija o hijo.
Junto a estas pautas es de suma importancia ponernos a nosotras como madres el límite de no gritar, las órdenes o peticiones en un tono normal de voz transmiten más fuerza que un grito. Cuando gritamos estamos diciendo a nuestros hijos e hijas que estamos perdiendo el control, y si nosotros lo perdemos, ¿cómo pretendemos que nuestros hijos e hijas aprendan a controlarse si somos sus modelos de conducta?
Pregúntate a ti misma qué quieres enseñar a tu hija o hijo y si gritando lo conseguirás mejor, antes o más eficazmente.
Para que las normas en el hogar familiar sean firmes, hay que explicar de antemano y luego advertir de las consecuencias que conlleva no acatar una norma o límite. Se las dejaremos claras a nuestras hijas e hijos desde el primer momento, nos aseguraremos de que las ha comprendido, y, se las recordaremos siempre que sea necesario.
Si tras avisar de las consecuencias, nuestro hijo o hija persiste en el comportamiento que conlleva saltarse las normas o límites, entonces debemos actuar, debemos aplicar la consecuencia explicada y advertida. Debemos ser firmes hasta el final y ser sistemáticas, siempre hacer lo mismo y de la misma manera, porque es el modo en que tenemos de transmitir nuestra autoridad y la disciplina desde el cariño y la preocupación por su educación.
Entonces, ¿Cuándo un límite o norma es firme y sano? Cuando lleva aparejada una consecuencia. En el medio natural, siempre las acciones tienen sus consecuencias, no podemos evitar que nuestras hijas e hijos las sufran porque sino no estaremos educándoles en el mundo real. ¿Qué consecuencias tendrá para su futuro? Con los límites o normas no estamos buscando una obediencia ciega, sino una comprensión de la norma que sirva para educar para el futuro de nuestras hijas e hijos, que les sirva para enfrentarse al colegio, el instituto, la vida adulta…y las relaciones que van a establecer en esos contextos vitales.
La atención positiva
Aquellas conductas a las cuáles prestamos atención tienen a aumentar o mantenerse en el tiempo, ésto puede aplicarse tanto a las conductas que consideramos positivas como negativas. Es decir, que si quiero que mi hija o hijo haga más algo, tengo que prestarle atención; y si quiero que lo haga menos…¿qué debo hacer?
Tú decides en qué quieres enfocarte de la educación de tus hijos e hijas. Lo más sensato es enfocarte en aquellas situaciones en las que tus hijos o hijas hacen lo que deberían hacer, y hazles un elogio, comprobarás que dichas conductas se mantienen en el tiempo y que incluso aparecen más veces. A todas nos gusta escuchar un ¡bien hecho!, ¡estoy orgullosa!, ¡lo has hecho fenomenal!, ¡me encanta que te hayas esforzado!, pon cualquier frase de tu cosecha y que suene auténtica.
Por el contrario, si las situaciones que nos estresan porque se asocian a comportamientos que definimos como inadecuados o negativos son ignoradas, es posible que acaben desapareciendo. ¿Qué pasa si esas conductas las regaño, las magnifico? Pues que las estaré reforzando porque las estoy prestando atención.
La estrategia es…
Entonces, ¿esto significa que todas las conductas tienen una función? Sí, todas y cada una de nuestras conductas cumplen con un fin, si tu hijo o hija hace un berrinche en el supermercado y piensas que lo hace para llamar tu atención, bingo, has acertado, ahora bien ¿qué me quiere decir en realidad con esa conducta? Escucha, con tu corazón, no con tus oídos, qué función cumple ese berrinche.
Y, ¿Cuál es la clave? No existe una clave o una varita mágica para cambiar conductas negativas por positivas, pero sí podemos aprender de nuestros hijos e hijas y escuchar con paciencia, amor, respeto mutuo, paciencia, amor, y muchas dosis de risas.
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