
CÓMO DAR UNA MALA NOTICIA
Como psicóloga he aprendido que para comunicar una mala noticia hay una serie de estrategias de comunicación que son muy útiles y facilitan mucho el trabajo mental y emocional de comprensión del suceso.
La primera parte de este trabajo consiste en preparar el entorno, evitaremos usar el teléfono, estas noticias es mejor darlas cara a cara, en persona. Nos aseguraremos también de que la persona o personas a las que debamos informar están acompañadas en todo momento puesto que el impacto de la noticia va a ser muy importante. Y, además, lo haremos en un lugar adecuado, no nos sirve un lugar de paso o donde no podamos respetar la intimidad de las personas y la expresión de sus emociones en un entorno de privacidad. Pensemos que esto es lo ideal y buscaremos que se cumplan todas las condiciones, pero siendo realistas, no siempre podemos contar con tanta perfección y por eso tenemos que recurrir a todos los recursos a nuestro alcance para simular lo más fielmente estas condiciones.
A continuación trataremos de averiguar qué sabe o imagina la persona que ha sucedido. Para ello nos apoyaremos en preguntas abiertas y directas del tipo ¿Qué te han contado de lo que ha pasado? Y dejaremos que nos narre lo que sabe. Antes de llegar a esta fase, como psicólogas, nosotras ya debemos tener el relato oficial de los hechos, por ejemplo, de un accidente de tráfico tenemos que saber qué sucedió, cuándo, cómo, a quién o quiénes, en qué lugar concreto ha sucedido. De este modo, podemos comparar lo que sabe la persona con lo sucedido en realidad.
Tendremos muy en cuenta las características de la persona o personas a las que voy a comunicar la mala noticia (puede ser un accidente de tráfico, un fallecimiento en condiciones traumáticas, una desaparición, una enfermedad grave, etc.) Esas características son: la edad de la persona a la que informaremos, no es lo mismo un menor que apenas tiene experiencia en la vida y menos con sucesos traumáticos, que una persona anciana que probablemente se haya enfrentado a la pérdida en muchas ocasiones con anterioridad. No es lo mismo comunicar un fallecimiento de un hijo a un padre, que de un padre a un hijo, a una persona sana que a una con patologías previas. Tenemos que adecuarnos a lo que la persona sabe y a lo que desea saber (aunque conozcamos los hechos sucedidos no tenemos por qué contarlos exhaustivamente), pero sí debemos ceñirnos a los hechos y no mentir, no suavizar ni maquillar lo sucedido, pero sí adaptarnos al ritmo de procesamiento de la información de la persona, y, muy importante, adaptarnos a sus silencios. Respeto total hacia su espacio y su tiempo.
En este momento, en el que ya sabemos qué sabe y qué no, ya podemos compartir la información que creamos oportuna, de manera lenta, gradual, usando frases cortas, y respetando el deseo de la persona de saber o estar informada. Lo más importante en este momento es establecer la bidireccionalidad de la comunicación, ambas personas hablaremos, escucharemos y daremos respuesta a las dudas, de este modo nos aseguraremos de que ha comprendido el alcance de lo sucedido y comienza a asumir la información.
Por último, pero no menos importante, tenemos que fijarnos en sus reacciones, especialmente emocionales y mostrar nuestro apoyo para su procesamiento. Dentro de las reacciones que consideramos normales en una persona que ha recibido una mala noticia están el miedo, la tristeza, la negación, la agresividad, la ansiedad y mucha ambivalencia (cuando están presentes varias emociones opuestas a la vez)
Es durante todo este proceso que como profesionales de la Psicología debemos trabajar en aquello que nos indique que la persona no está encajando bien la noticia, en estos casos hay que normalizar y validar aquello que es normal y válido (sentirse embotado y furioso), resignificaremos los síntomas como por ejemplo el miedo como una reacción de defensa ante un suceso etiquetado como amenazante/alarmante, y sobre todo, prepararemos a la persona para que siga adelante con la pérdida, que a pesar de lo sucedido sea funcional (por ejemplo llevar a los niños al colegio, hacer la compra, pedir cita con el médico…)
¿Alguna vez has recibido una mala noticia y ésta ha impactado en tu vida dejándote sin defensas? Si en algún momento tienes que dar una mala noticia puedes elegir una atención profesional y con experiencia, en Psicología Ríos te asesoramos y acompañamos en su procesamiento.