ACT (Terapia de Aceptación y Compromiso) PARA CONVIVIR CON LA ENFERMEDAD CRÓNICA

    ACT (Terapia de Aceptación y Compromiso) PARA CONVIVIR CON LA ENFERMEDAD CRÓNICA

    25 de Septiembre de 2025

    Nuestra vida puede cambiar a peor en el momento más inesperado, más inoportuno, hay grandes probabilidades de que esto pase. Unido a este empeoramiento vital viene unida la desaparición de las cosas bonitas de la vida (un amanecer, la risa de un ser querido, atarnos los cordones de las zapatillas de deporte, etc.) Cuando sucede esto nada es fácil, la experiencia es muy dura, y, no podemos hacer nada para impedir que suceda, tampoco podemos predecir cuándo ni cómo sucederá, ni su intensidad ni su capacidad para dañarnos. 


    Nos hemos acostumbrado a tener una vida “cómoda” que hemos olvidado que el cambio, el dolor, el miedo, el deterioro, el sufrimiento, la incertidumbre, y, como no, la pérdida son parte del camino, de la vida. Damos por hecho el bienestar de la vida, hay medicamentos, operaciones quirúrgicas, tratamientos para dolencias que hasta hace poco eran mortales. 


    Nuestro sentimiento de invulnerabilidad se desvanece y a cambio quedan nuestros aprendizajes previos, ¿Cómo nos han enseñado a relacionarnos con el sufrimiento?, ¿Qué mensajes hemos recibido de la enfermedad, de la muerte, del deterioro físico y mental progresivo? Te pido que reflexiones sobre los diferentes mensajes que hemos ido recibiendo a lo largo de nuestra vida, por ejemplo, el sufrimiento hay que evitarlo, evitar sentirlo, evitar hablarlo, evitar que nadie sepa de él; de la muerte algo parecido, evitar su presencia hasta que ésta es inevitable y nos obliga a mirar nuestra propia mortalidad, que entonces tratamos esconderlo en un cajón archivador de nuestra mente encerrado bajo mil candados. 


    Cuando recibimos el diagnóstico de una enfermedad grave experimentamos un estado de shock, asociado a gran miedo, preocupación, angustia, ansiedad, tristeza, sentimiento de pérdida, desánimo, y, como no, la ira o la rabia. 

    A esta situación le sobrevienen pensamientos del tipo “no valgo para nada”, “quien me ha visto y quién me ve ahora”, “si yo antes…”, en general son pensamientos relacionados con el Yo (¿por qué a mi?, no es posible que me esté pasando esto) Suelen ser pensamientos que mezclan imágenes, recuerdos y anticipaciones sobre el futuro que se siente aún más incierto. Junto con el shock y los pensamientos viene el estigma, pues socialmente, a cada enfermedad le corresponde una interpretación o significado social. Por ejemplo, padecer cáncer es sinónimo de sentencia de muerte, de maldición, de castigo…, y sin embargo, es una enfermedad extremadamente dura, pero no es motivo de castigo ni de vergüenza, y tampoco tiene que ser necesariamente una sentencia de muerte. Otro ejemplo, la fibromialgia, es percibida socialmente como algo inventado o invisible, puesto que el rango de dolor de la persona no es cuantificable por alguien que no padece fibromialgia, por tanto, se interpreta como que “está fingiendo”, “no es para tanto”, “aparenta estar bien”, y la realidad de la incapacidad que produce a nivel físico y mental no es abarcable con una mirada. 


    Las estrategias que utilizamos para enfrentarnos a otro tipo de dificultades en la vida no nos funcionan con el diagnóstico de una enfermedad grave o crónica, al contrario, nos llevan a evitar (sentir, pensar, actuar) lo que supone un patrón de comportamiento que según ACT se llama evitación experiencial de carácter destructivo. 


    Entonces, traducido esto significa que estar enfermos nos impide llevar a cabo nuestra vida habitual, cayendo en el descuido de las áreas importantes o significativas como son el trabajo, las relaciones sociales, el cuidado de uno mismo o de los compromisos familiares, porque nos “fusionamos” con lo que pensamos sobre la enfermedad o estar enfermo, por ejemplo “no es posible vivir con dolor” y esa creencia se convierte en realidad y entonces no voy a arreglarme porque no puedo ir a comprar el pan como hacía antes porque ahora estoy enfermo, o no voy a quedar con mis amigas hasta que no esté mejor. 


    El resultado es una persona que ha desconectado del presente, del aquí y el ahora, para proyectarse en lo que no puede hacer en vez de en lo que sí puede hacer, eliminando lo que es significativo en su vida sin transformarlo en algo que siga siendo significativo a pesar del diagnóstico y las secuelas de la enfermedad. 


    Si te encuentras en este punto, o conoces a alguien que lo esté, ACT puede ayudarte, puedes aprender nuevos patrones psicológicos, flexibles, que dejen a un lado los patrones de evitación, inflexibles. Puedes dar un nuevo significado al dolor, al malestar, al diagnóstico y sus síntomas, puede parecer algo raro, pero en el fondo sabes que huir no te devolverá la persona que eras antes del diagnóstico, ¿qué tal si pruebas a dejar de luchar e intentar algo nuevo?